"Gracias, Señor-pensaba, mientras nos internábamos en las entrañas de la tierra-. Porque era una oveja perdida, y Tú me trajiste de vuelta. Porque mi vida estaba muerta, y Tú la resucitaste. Porque el amor ya no habitaba mi corazón, y Tú me devolviste esa gracia.
(...)
"Gracias, Señor, por ayudarme a servir. Enséñame a ser digna de eso. Dame fuerzas para participar en su misión, caminar con él por la Tierra, desarrollar de nuevo mi vida espiritual. Que todos nuestros días sean como lo fueron éstos: de lugar en lugar, curando a los enfermos, confortando a los tristes, hablando del amor que la Gran Madre tiene por todos nosotros"
domingo, 19 de abril de 2009
Sentada a orillas del río piedra me senté y lloré 2
Publicado por ConiSSima en 0:32
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