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sábado, 18 de abril de 2009

Sentada a orillas del río piedra me senté y lloré

"Y comenzó a sonar el Ave María. Debían de ser las seis de la tarde, la hora de los Ángelus, la hora en que la luz y las tinieblas de mezclaban. El sonido del órgano resonaba en la iglesia vacía, se mezclaba con las piedras y las imágenes llenas de historias y de fe. Cerré los ojos, y dejé que la música de mezclase también conmigo, y me lavase el alma de miedos y de culpas, y me hiciese recordar siempre que yo era mejor de lo que pensaba, más fuerte de lo que creía.
Sentí una enorme necesidad de rezar; era la primera vez que eso ocurría desde que me había apartado del camino de la fe. Aunque yo me había sentado en el banco, mi alma estaba arrodillada a los pies de aquella Señora que tenía delante, la mujer que dijo

Cuando podía haber dicho no, y el ángel buscaría a otra y no habría ningún pecado a los ojos del Señor, porque Dios conoce a fondo la debilidad de sus hijos. Pero ella dijo
"Hágase tu voluntad"
lo mismo que cuando sintió que recibía, junto con las palabras del ángeles, todo el dolor y el sufrimiento de su destino; y los ojos de su corazón pudieron vislumbrar al hijo amado que salía de la casa, a las personas que los seguían y que luego lo negaban, pero
"Hágase tu voluntad"
Lo mismo que cuando, en el momento más sagrado de la vida de una mujer, tuvo que mezclarse con los animales de un establo para dar a luz, porque así lo querían las Escrituras,
"Hágase tu voluntad"
Lo mismo que cuando, acongojada, buscaba a su hijo por las calles, y lo encontró en el templo. Y él le pidió que no lo perturbase, porque necesitaba cumplir otros deberes y otras tareas,
"Hágase tu voluntad"
sabiendo que lo seguiría buscando durante el resto de sus días, con el corazón traspasado por el puñal del dolor, temiendo a cada minuto por su vida, sabiendo que estaba perseguido y amenazado,
"Hágase tu voluntad"
lo mismo que cuando, al encontrarlo en medio de la multitud, no había podido acercarse,
"Hágase tu voluntad"
lo mismo que, cuando envió a alguien para avisarle que ella estaba allí, el hijo mandó a decirle que "mi madre y mis hermanos son estos que están conmigo",
"Hágase tu voluntad"
lo mismo que cuando todos huyeron al final, y sólo ella, otra mujer y uno de ellos se habían quedado a los pies de la cruz, soportando la risa de los enemigos y la cobardía de los amigos
"Hágase tu voluntad"

Hágase tu voluntad, Señor. Porque Tú conoces la flanqueza de corazón de Tus hijos, y sólo das a cada uno un peso que pueda cargar. Que Tú entiendas mi amor, porque es la única cosa que tengo realmente mía. Haz que se conserve valiente y puro, capaz de seguir vivo, a pesar de los abismos y de las trampas del mundo"

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